Hace ayer justo un año cuando comenzaron los actos conmemorativos del XXV Aniversario de la Bendición del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, titular de la Cofradía de San Juan de Almuñécar. Parece que fue ayer cuando una semana antes se daban a conocer estos actos que culminaron con la Salida Extraordinaria del Cristo.
El primer acto tuvo lugar en el Salón Parroquial del Templo de El Salvador, sede canónica de esta hermandad del Jueves Santo sexitano. Este acto consistió en una conferencia del profesor-doctor en bellas artes y especialista en imaginería procesional de la Universidad de Málaga, D. Juan Antonio Sánchez López que fue repasando la imaginería y los imagineros granadinos del siglo XX. Comenzó desgranando al gran Eduardo Espinosa Cuadros para pasar a grandes maestros como Navas-Parejo o Sánchez Mesa, Martín Simón (autor del Cautivo de Málaga o del Señor de la Sentencia de la misma ciudad), se paró también en Aurelio López Azaustre hasta llegar al autor de este gran Cristo crucificado, D. Antonio Barbero Gor, catedrático de bellas artes y profesor de la Universidad de Granada.
Barbero Gor, aprendió de su padre y de su tío, ambos imagineros y naturales de Almuñécar. Su padre fue alumno de Eduardo Espinosa Cuadros. Sánchez López fue repasando poco a poco, primeramente, las obras de este gran escultor hasta llegar a la imagen en cuestión, es decir, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte que la comparó con otra gran talla de crucificado de Barbero Gor como es la del Santísimo Cristo de la Lanzada de Granada.
Para mí, Barbero Gor demostró con esta talla de crucificado su gran conocimiento de la anatomía humana y lo plasmó en este crucificado ya prácticamente muerto, aunque tenga los ojos entreabiertos.
El momento que se representa con las imágenes de María Santísima de la Amargura y San Juan Evangelista, es uno de los misterios más bonitos de la Semana Santa y de la cristiandad, como es el de las Siete Palabras; Mujer he ahí a tu Hijo, Hijo he ahí a tu Madre.
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