Horquilleros nazarenos, vosotros sois cirineos por un día, porque ayudáis en sus caídas a vuestro Señor, Jesús el Nazareno de Amor, que camina poco a poco en su camino por las calles de Almuñécar, portando esa pesada Cruz, bajo la atenta mirada de un centurión romano.
Cada Jueves Santo, Almuñécar vive su particular camino al Calvario de Cristo, con la salida de Real, Muy Antigua, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. El Nazareno de nuestros padres y abuelos, será el Nazareno de nuestros hijos y nietos, en definitiva, es nuestro Nazareno.
Ese que talló en 1947, un maestro en arte de la imaginería, un churrianero. Les habló de D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa.
Cuando se abren las puertas del "tinglao" de la Parroquia de la Encarnación, lo vemos salir en su trono de oro y policromía. A cada paso hay un almuñequero que lo ve pasar y se emociona.
Delante de su trono, numerosos hombres y mujeres, niños y niñas, vestidos con el hábito morado de penitente, lo acompañan en su discurrir en este Jueves Santo. El Señor o el Señor con la Cruz a cuestas como lo llamaba yo de pequeño, mira a cada paso que da, a sus fieles devotos que se agolpan en las calles y esquinas de nuestra ciudad para verlo a Él, sólo a Él.
Tres Caídas, si tres son las que se representan en tu estación de penitencia, recordando las tantas y tantas caídas que padeció Cristo en su camino al Gólgota.
Ya en la tercera caída, el encuentro con la Madre es el culmen de una estación de penitencia. Ahí llega por la Puerta de Granada, la Virgen de los Dolores para que os miréis los dos a los ojos. Madre e Hijo juntos al fin de un día mágico, el de este Jueves Santo sexitano.
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