Dentro de cinco domingos, volveremos a vivir esto y sentiremos como llega una nueva Semana Santa y nueva estación de penitencia junto a Cristo o María. Volveremos a sentir a Jesús, con su Gran Amor, cerca, en las calles de ese barrio que lo quiere y le tiene devoción, ese barrio que tiene como protector aquel que es llamado en hebreo מיכאל Mija-El ("Quién como Dios"), ese barrio que se desvive por una hermandad que aunque no está radicada en el mismo, es querida por ellos.
Dentro de cinco domingos, veremos como Jesús en su advocación del Gran Amor y su Santísima Madre, que da salud a cada persona que lo necesita, recorren cada calle, plaza y esquina del barrio de San Miguel así como de esta Almuñécar que la espera cada Domingo de Ramos, porque un Domingo de Ramos y una Semana Santa sin ellos, es raro.
Tarde-Noche del Domingo de Ramos de chicotás, trabajadera y fajín. También de romanos que custodían a Jesús en el Calvario, y de azul del cielo y mar como los ojos de la Madre del Verbo Divino en este Domingo de Palmas y Olivos.
Queda poco, muy poco. Los ensayos se multiplican, los preparativos también, para que todo salga bien, y se haga una brillante estación de penitencia, donde la devoción y fervor debajo de verdugo o trabajadera, así como de las mujeres ataviadas con la mantilla negra clásica española, es sentida muy fuerte.
Llegado el momento de la Recogía, la tristeza y la alegría se entremezclan, la tristeza porque el fin de la estación de penitencia está llegando, y alegría por haberla realizado. Esta alegría será mostrada después del encierro en abrazos y sonrisas, que se volverán a tornar el próximo año cuando salga Jesús del Gran Amor y María de la Salud a las calles de esta tierra costera y milenaria.