6 de Agosto de 2017, hoy hace un año que el sueño de muchos se vio cumplido, de ver a su Patrona, la imagen que le profesan gran devoción, coronada canónicamente, y desde ese momento llamarla Reina de la Antigua Coronada.
Recuerdo aquel día -que ha quedado como histórico por este acontecimiento-, como comenzó muy temprano en la mañana, con la salida en traslado desde la Iglesia Parroquial de la Encarnación hasta el Parque de El Majuelo. Llegué al templo parroquial, cargado con mi equipo fotográfico y con la ilusión de lo que se avecinaba, un par de minutos antes de que comenzará el traslado. Ella se encontraba entronizada en su templete de peces dorados, y lista para volver a recorrer las calles de la tierra, de la cual es protectora. Desde el mismo instante que pisé el templo, sentí que la importancia del día que se avecinaba. Gran alboroto en el mismo, con los horquilleros preparados para portar a la Santísima Virgen hasta el lugar, donde se vivirían horas más tardes, emociones e imágenes para el recuerdo.
En una mañana con un neblina que no dejaba que se viera el amanecer del día esperado, cruzó su trono el dintel de la puerta de la Encarnación, algo que volvería hacer para despedirse de su pueblo, sólo por unos días, ya en la madrugada del día siguiente. Pero se palpaba la emoción desde días antes, con su Solemne Triduo de Coronación, y la cercanía de esos momentos tan especiales, que han quedado para la vida e historía de la Hermandad Sacramental y Patronal sexitana, así como para su pueblo milenario.
En un marco incomparable como es el Parque de El Majuelo, con el Castillo de San Miguel y los restos fenicios y romanos presentes, junto a los más de 4.000 personas, presenciaron el momento en el cual Monseñor Martínez, Arzobispo de Granada, posaba las preseas diseñadas por el joven cofrade granadino Álvaro Abril, en las "cabecitas", del Niño y de la Santísima Virgen de la Antigua. Eran en torno a las diez de una noche, en la cual ni la luna ni las estrellas se quisieron perder ese momento. Mientras, yo me encontraba preparado con mi cámara para captar ese instante, que quedó plasmada en varias fotos, entre ellas, la siguiente, que seguro ya habéis visto, porque la puse días después, hace un año.
La emoción y alegría contenida durante días y horas, explotó y "se lanzó" a los cielos como la salve de cohetes, seguida del instante esperado. Terminó la Misa de Coronación, y comenzó su camino de vuelta a su "casa" de la Encarnación, un camino que nadie se quiso perder. Antes, los más veteranos horquilleros, que han portado a la Santísima Virgen, durante muchísimos años, la llevaron en andas, hasta su trono de peces dorados. Si por la mañana, no eran muchos los que la acompañaba hasta el lugar de su Coronación; por la noche, muchos las esperaba que saliera de ese parque, que quedara para siempre, en la historía de una devoción.
Regreso en una multitudinaria procesión, acompañada por hermandades, tanto foráneas como locales, por sus devotos hijos, tanto los que la portaban sobre sus hombros, como aquellos que lo hacían en sus filas o detrás de su trono. En ese regreso, hubo instantes cargados de emoción, que intenté recoger con mi cámara, y que mostraré algunos de ellos en este blog.
Ésta es mi visión, de lo que ví en aquel día, lo que viví y sentí, lo que mi memoría ha quedado, porque ese día se reconoció una devoción de siglos, la de la Virgen "chiquita" de Almuñécar, de la imagen que fue escondida en un pozo -como tantas imágenes- para que no fuera destruida, hecho que exponía ayer en su Exaltación a Ella, Miguel Luis López-Guadalupe. Porque esa imagen, representa a la Santísima Madre de Dios, la Sin Pecado Concebida, que concibió al Cordero Divino, al Salvador. Ella es la Protectora de nuestra localidad y la Madre de todos los almuñequeros o sexitanos, tanto de los que le profesan devoción como los que no. Esto lo debemos tener presente siempre.
En una mañana con un neblina que no dejaba que se viera el amanecer del día esperado, cruzó su trono el dintel de la puerta de la Encarnación, algo que volvería hacer para despedirse de su pueblo, sólo por unos días, ya en la madrugada del día siguiente. Pero se palpaba la emoción desde días antes, con su Solemne Triduo de Coronación, y la cercanía de esos momentos tan especiales, que han quedado para la vida e historía de la Hermandad Sacramental y Patronal sexitana, así como para su pueblo milenario.
En un marco incomparable como es el Parque de El Majuelo, con el Castillo de San Miguel y los restos fenicios y romanos presentes, junto a los más de 4.000 personas, presenciaron el momento en el cual Monseñor Martínez, Arzobispo de Granada, posaba las preseas diseñadas por el joven cofrade granadino Álvaro Abril, en las "cabecitas", del Niño y de la Santísima Virgen de la Antigua. Eran en torno a las diez de una noche, en la cual ni la luna ni las estrellas se quisieron perder ese momento. Mientras, yo me encontraba preparado con mi cámara para captar ese instante, que quedó plasmada en varias fotos, entre ellas, la siguiente, que seguro ya habéis visto, porque la puse días después, hace un año.
La emoción y alegría contenida durante días y horas, explotó y "se lanzó" a los cielos como la salve de cohetes, seguida del instante esperado. Terminó la Misa de Coronación, y comenzó su camino de vuelta a su "casa" de la Encarnación, un camino que nadie se quiso perder. Antes, los más veteranos horquilleros, que han portado a la Santísima Virgen, durante muchísimos años, la llevaron en andas, hasta su trono de peces dorados. Si por la mañana, no eran muchos los que la acompañaba hasta el lugar de su Coronación; por la noche, muchos las esperaba que saliera de ese parque, que quedara para siempre, en la historía de una devoción.
Regreso en una multitudinaria procesión, acompañada por hermandades, tanto foráneas como locales, por sus devotos hijos, tanto los que la portaban sobre sus hombros, como aquellos que lo hacían en sus filas o detrás de su trono. En ese regreso, hubo instantes cargados de emoción, que intenté recoger con mi cámara, y que mostraré algunos de ellos en este blog.
Ésta es mi visión, de lo que ví en aquel día, lo que viví y sentí, lo que mi memoría ha quedado, porque ese día se reconoció una devoción de siglos, la de la Virgen "chiquita" de Almuñécar, de la imagen que fue escondida en un pozo -como tantas imágenes- para que no fuera destruida, hecho que exponía ayer en su Exaltación a Ella, Miguel Luis López-Guadalupe. Porque esa imagen, representa a la Santísima Madre de Dios, la Sin Pecado Concebida, que concibió al Cordero Divino, al Salvador. Ella es la Protectora de nuestra localidad y la Madre de todos los almuñequeros o sexitanos, tanto de los que le profesan devoción como los que no. Esto lo debemos tener presente siempre.
Juan Evaristo Callejas Jerónimo
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